lunes, 13 de abril de 2009

Cristo muere en Sevilla y resucita en el Aljarafe


En el Aljarafe, sobre una loma sembrada de olivos, donde el paisaje emula al de Tierra Santa. Es el lugar elegido por Cristo para resucitar en Sevilla. En los pueblos del Aljarafe es el día grande de la Semana Santa. Posiblemente sea Castilleja de la Cuesta el lugar en el que la celebración es más desbordante. La localidad manifiesta ese día toda su idiosincrasia alrededor de sus dos hermandades. Aquí son más que corporaciones religiosas, puesto que articulan la sociedad del pueblo. Pertenecer a La Plaza o la Calle Real es algo innato al nacimiento, heredado y lucido como motivo de orgullo. Los colores de cada una se exhiben, rojo para La Plaza y celeste para la Calle Real, en prendas, balcones y colgaduras.
La vocación romera de la comarca define la celebración de este día. La Plaza pone en la calle su Simpecado en una carreta tirada por bueyes. La acompaña una multitud andando o a caballo, vestidas de flamenca y de romeros. Todo con el sonido de las sevillanas como fondo y con el color rojo engalanándolo todo. La calle Real lleva su estandarte a caballo. En su cortejo todo es de color celeste desde los trajes de flamenca hasta las camisas de los hombres. Incluso van carriolas cargadas con la intendencia. Desde una de ellas se van arrojando bocadillos y otras viandas a propios y extraños. Sobre todo a los últimos a los que se agasaja de manera especial.
Durante todo el día suenan coplas alusivas a la propia corporación, pero también a la otra, letras que hacen pervivir el pique entre ellas y destacan por ejemplo la fealdad de la gente de uno u otro barrio. Pero siempre se impone la diversión sana. Ya por la tarde sale la procesión de gloria de la Virgen de la Soledad desde la iglesia de Santiago y la Inmaculada desde la Iglesia de la calle Real. Es la segunda vez en la Semana Santa que ambas hermandades ponen una procesión en la calle, ya que también sacan pasos de penitencia.

Fuente: ABC